La agencia Moody’s, Fitch o S&P realizan cada año un ranking inmobiliario destinado a poner en valor los principales activos de las economías de cada país. En la actualidad, aparece una nueva tendencia destinada no solo a certificar viviendas, sino también a dar calificaciones a los edificios de oficinas.
La AEO (Asociación Española de Oficinas) ha puesto de manifiesto esta necesidad para poner en valor los activos de este sector. Tener una clasificación adecuada A+, A, B, B+, puede marcar la diferencia y ofrecer un atractivo técnico a la empresa, que podrá medir cada inmueble unificando los criterios necesarios.
Se avaluará la estética y la ubicación del inmueble, se establecerán parámetros como:
- Arquitectura: Distribución del edificio, zonas comunes, exterior.
- Instalaciones: Principales valores, como climatización, seguridad, electricidad.
- Antigüedad y certificaciones: La Eficiencia energética y los años de construcción.
- Dotaciones singulares: Elementos decorativos de planta y fachada que sean especiales.
Estos 4 parámetros se subdividirán en 45 sub apartados más que tendrán como objetivo puntuar a cada edificio con una nota. Esta iniciativa representa un valor añadido en un mercado inmobiliario cada vez más competitivo que debe ofrecer a los clientes un producto adecuado a sus necesidades y con unos elementos que pueda valorar.